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sábado, 4 de agosto de 2012

Malas Compañías.(y II)

Malas Compañías.(y ii)
Dónde vas. Voy a casa de Angélica. Pero después de como te ha puesto. No después, sino por eso. Quieres que vaya contigo. No, es asunto mío, ya soy mayorcita.
Así es como me encaminé hacia la casa de mi agresora. Pensando, temblando, cobraré de nuevo. Nada más imaginarlo, me dolía todos los huesos. Es fuerte, masculina, pero es también inteligente. Por qué le estaría zumbando a la pija esa, pues en verdad casi seguro se lo merecía. Pero no soporto ver un atropello, desde pequeña, y así me va.
La última vez que me vio mi madre por casa fue esa mañana. Nunca más volví.
Desde aquella mañana, soy la oveja negra de la familia. He pasado de estar nominada a santa, a ser excomulgada. Mi padre no quiere ni verme. Para él estoy muerta, me ha contado mi madre. Sí con ella sigo el contacto, aunque muy esporádico. Alguna vez se acerca a la otra punta de la ciudad y me trae cosas, se preocupa si me va bien. No pierde la esperanza de que vuelva. Claro eso sería dejando a Angélica.
El corazón se me desbocó cuando Angélica, sin rencor ninguno, sin parapeto me explicó por qué le había partido la cara a aquella pija, bueno a las dos. Pero como dijo, yo me lo había buscado por entrometerme en una guerra perdida. Pero por eso también me estaba dando explicaciones, si no fuera por eso y por lo que le gustaba, me hubiera mandado a paseo desde el primer momento.
Dice que por el altar de mi casa no debo preocuparme, pues ella me pone otro en nuestro cuarto.
La pija se había regodeado contra Angélica, restregando el pasado de su madre, la vida de furcia que había llevado y que se tenía bien merecido el haberse muerto de sida, que se lo buscó. Entonces fue cuando ella le reventó los dientes, y se los volvería a partir, pero seguro cuando me vuelva a ver si se diera el caso, que no creo, me hará un rodeo, me explicó en detalle.
No ha estado mal el premio que me he llevado, me desahogué contra ella, aunque me hubiera gustado hacerlo muchas otras veces contra otros, y los dejé pasar. Por ello ni una más. Y además te conocí, sellé mi amor contigo, sólo que de una forma prehistórica, con sangre. Así no te me escaparás. Me recuerda siempre que nos acordamos de aquellos días.
Somos muy felices, Angélica trabaja mucho para que no me falte de nada, y pueda seguir en la universidad hasta que termine, me dice. Después repartiremos las cargas de mantenimiento de nuestra comunidad amorosa.

En este enlace podéis pinchar si queréis seguir la publicación de los textos del libro SALPICADURAS .Hoy un poco más. con las ilustraciones de José L. Martínez REBOTE.

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