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lunes, 3 de diciembre de 2012

Tiempos…

Tiempos…

El sonido no es sólo un alterado movimiento de nuestros resortes auditivos. Es una vibración extraña en nuestro estómago, por ello somos capaces de percibir las sensaciones del tic-tac sin tener que agudizar el oído.
El frío en el rostro podemos lograr sentirlo sin mirar en la dirección que las ráfagas nos muestran las abolladuras hechas en el lecho del río tras la caída del árbol en su pereza por vivir.
El aroma dejado por la flor tras su recorrido entre el parterre y el jarrón impregna el sendero. Vemos el surco dejado en las cutículas de nuestro ser. El erizado de nuestra cubierta al notar la penetración de las partículas cargadas de alucinaciones. Todo normal nos diremos, pues no profundizamos.

Tersura detectada al tiento, al posar las manos sobre el agua helada, queremos atraparla pero no nos deja. Cómo ahora que quiero no me dejas, después cuando me dejas no quiero. Juego de coge y suelta, tiento el aire que te rodea y noto la distancia del aire cálido, del embriagador desenlace.
Sol calienta, abraza y dirime de culpas al necesitado de calidez. Abrasa a quien delicada cutícula proyecta en el enfrentamiento cegado por la temporalidad insistente. Mas una pequeña loción evitará males mayores, dejando paso al invierno.
El ahora importante sin igual, despeja el transpuesto ayer o hace rato, porque no se solventará el cambio producido. 
Lo haré mejor, nos diremos. Pero quién sabe quién estará.
Presente, ahora, en este momento, ya , seguro que el toro puede pasar. Pero el que pasó o no te permitió pensar o actuar o dejaste, sea por miedo o por pereza o por no haber sabido o por  lo que sea. Y dirás pero el siguiente, o el otro o el mañana o después de este. No, que nO. El ahora, el silencio o el ruido, la casa o la intemperie, la vida o la muerte, pero no el transcurso pues ese es obligado.
Hemos de disipar las posibles dudas atormentadas, es tiempo, es silencio, es Ahora.

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