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martes, 18 de diciembre de 2012

Un Verde Profundo.


Un Verde Profundo.
Una luz penetrante acariciaba las hojas de los frondosos habitantes del bosque. Impregnado de rocío de la mañana, sobrecargado el ambiente de bruma fresca. Mi espalda apoyada sobre el viejo parlante, el contador de sueños, el milenario  sabedor de historias, me acoge sin protestar.
Sonidos apaciguadores, embaucadores, crujir de ramas, bailes de hojas y viento, cantos de pájaros, roedores haciendo acopio de sus alimentos, las hojas caen tiñen el marrón dorado, otoño.
Entre tanto aún los perennes macizos nos rodean de múltiples tonalidades de verde, los brillantes translúcidos
 zarandeados por los rayos solares. Corre el amarillo y termina en el verde profundo, donde no llegan ni si quiera esos potentes haces de luz natural.
La espalda me advierte, con un recorrido escalofriante, que morfeo me atrapó, tarde se me hizo en el bosque profundo, llegando a perder la noción del tiempo, o es aún peor, la noción colorista. La belleza verde y el amarillo brillante adornado de marrones dorados se han vuelto grises.
 El gris se adueña del paisaje, para cada vez más profundamente enterrarme en la máxima oscuridad. Parece que estamos tras una erupción maldita que hubiera esparcido las miles de partículas cenizas, mas y tenemos suerte, no aumentó la temperatura hasta terminar con nuestra existencia. 
Es simplemente, o no tan simple, que la compañera de la noche, la oscuridad, atrapó nuestros
 sueños. Pero no le temamos, dejemos que circule, dejémosla pasar. Cohabitemos con morfeo y disfrutemos del cobijo del vientre del árbol milenario que en sus entrañas nos acoge, para que el rezumar de la mañana no nos humedezca el pensamiento y deje volver al mundo del color. Suerte y buen sueño.

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