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viernes, 4 de enero de 2013

It’s no good…

It’s no good…

Transcurre mi deambular sobre fronteras pecaminosas, discordantes con la moralidad establecida, facilidad creada para poder guiar nuestros pasos inseguros. Pero no, tú siempre en el filo del otro lado, siempre probando la otra dirección, me dice.
Paciente, ojo avizor sobre la aguja delatora, la confidente que piensa que aliviará su sino con descubrir a los paseantes libres, sin percatarse que ella nació condenada a ser asno en rueda de noria, en continuar un camino infinito, curvado y alentado por una zanahoria farsante, que le promete y no se le entrega.
El reloj no me inquieta, soy dueño del tiempo, de mi tiempo, he comprendido que el control  sobre mi tiempo no depende de nadie, que está grabado en mi mano, sólo depende de mí. Las sinergias provocadas por sibilantes ruidos transgresores pueden acelerar o serenar el ímpetu que mi mente aplique sobre el devenir, pero he comprendido, detrás no hay nada.
Aquí dedicaré a mi meta, la licuación del fluido sigiloso, el líquido amniótico que nos protege de las deficiencias externas. Esa es la misión, disfrutar del cálido rayo de sol que me calienta, de la proximidad de tu cuerpo y del aire que respiras.
Idolatrados y adoradores de símbolos equívocos, mantendrán su maquinaria a pleno rendimiento para vencer nuestra unión. Sin comprender que mi metamorfosis en lecho de río ha sido para poder elevarte desde los fondos cenagosos y pletóricos orillar en las ensenadas del paraíso de nuestros cuerpos unidos.
Esto no es bueno, nos dirán, hay que cuidarse, nos dirán…
Entonces sacaremos el cartel de no molestar…
Y ellos comprenderán, que amamos lo inmoral, lo ilegal y lo que engorda. Y desistirán en las sombras, mientras les fluyen las babas de sus labios heridos por incisivos envidiosos…

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