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martes, 16 de abril de 2013

Corazón de Libro…


Corazón de Libro…

Ni blanco, ni negro, ni de color
Apariencia ruda y fuerte, me sostienen
Mis venas impregnadas de negro fluido están
O de sangre carmesí, o risas enguantadas
He recorrido miles de noches y alguna más
He soñado con psicópatas y asesinos, en brumas espesas
Truncado mares, océanos y piratas berberiscos
Disociado entes, repuesto almas y exorcizado malignos
Alentado arengas de magnicidios y defenestraciones

Disparado en pechos de hojalata y corazón de frutas
Dispensado vientos rosas y maldecido esclavitudes
Ganado mil batallas y perdido muchas guerras
Sigo abriendo mi alma, a tus ojos, para que me devores
Cuan una vestal entregada a sus dioses, inocente de mi dicha
He esperado sin paciencia, y enfrentado a leyes abducidas
Me has separado por hojas, flores y tickets de compras
Apuntalado con celofán, tras una intemperie húmeda
Cincelaste con gradaciones multicolores mi tersa impresión
Todo te lo perdono, pues antes o después vuelves a mí
Me retomas, me acaricias, me hueles, me aprietas, me comprendes
Y te quedo aquellos versos, aquellas letras, aquellos olvidos
Las historias y cuentos, que siempre rechazas, los sueños
Esos que no pertenecen más que a mi mundo, 
pero velan por ti, te llena de vida 
y te recuerda, que nunca te dejaré, nunca…

lunes, 15 de abril de 2013

Soy, La De Negro…


Soy, La De Negro…

Nada me ocurrió, No temed por mí,
Hoy elegí cubrir mi torso en vuestro honor
Idólatras engreídos, falaces hombres de postín
Una mano guardáis, para que no se os note
Los dedos cruzados, y con sabor a papel de algodón.

Al romper el cielo su placenta, aguas mil
La empatía del grupo, recordar quiere plagas de a siete
Las finas agujas sirven para afianzar el poder del púlpito
Erarios desconchados, limosnas embebidas, oro nórdico espoleado, y el gran maestre arredra a la multitud, ella llora.
Nada de lo sembrado florecerá, pues el velamen calienta las cúpulas, derritiéndose apaciguador de bestias ceñudas.
Y las imágenes hieren de los excéntricos hermanos,
 Seis siglos más jóvenes, a los que mano dura aplicamos, nuestra medicina.
 Se autolaceran, descabalgan sus pies en piedra y fuego,
Mas los excéntricos integristas están más allá de columnas herculinas,
 Limítrofes tierras olvidadas, con vientre rico, hoy reclamadas.
La empatía hipócrita del grupo, me decidió, hoy voy de negro
Mas no por mí, que también quizás, pero al menos no lloré.

sábado, 6 de abril de 2013

Bufones en la Corte…


Bufones en la Corte…
Labias de dicharacheros,
Enfermos de humoriosis aguda
Risas desencajadas,
Para no orillar lluvias salitrosas
Por abatimientos acidulantes.
Originadas por cirrosis ulcerosas
Trasnochados escarmientos de vara tarambana
Gritos de penales de tres pisos con ventanas anárquicas
Lúgubres sótanos de luz mortecina y aire helado
Toallas de espeso pelo y chorreantes aguas.
Disculpas por manos alzadas en bigotes recortiños
Cambios del mundo mundial,
Promesas de gárgolas sobre títeres de vanidades

Enarbolando espejos en la niebla y amor pedagógico
Aturdiendo al golpeado de tantas veces probar
Y cuántas más, haber errado, sin pensar cuánto ha de penar
El blanco acompañante de la diana maloliente
Muchas herraduras tuvo que remendar para el clavo clavar.
En esta inevitable contienda, sólo dos cosas no se pueden evitar
Una la vida, penada o esclarecida, la otra su opuesta, la muerte.
La humoriosis es enfermedad que mide tu salud
Ríete de tu chiste, bufón de la corte, que haberlos haylos.
Y no todos los encumbró en un lienzo descomunal
El negro prestado por don Diego, para obrase en honra
Y prestale imagen a su prima Sebas, el pequeñín de morra.

martes, 2 de abril de 2013

Don Dorado…


Don Dorado…
Marrón, matices de marrón
Cuan carbón, grafito, cristalizado carbono
Diamantes, bruta piedra, presiones extremas
Marrón, dorado se muda
Tanto da, bosques de inmensas planicies, y él
Enmarcado en la multitud, marrón

Movimientos de fallas, grilletes de acero plúmbeo
Estiradas de tornillerías de espinas, en la vasta piel
Nobleza, alimento de testas turcas y corazones elegidos
Entre la hojarasca, irriga los aledaños, vierte sapiencia
No escuece, nadie grita, todos oyen, nada duele
Desvencijadas carretas acortan caminos a su alud
Todos oyen, su titilante llama, el resplandor no se ensordece
La zarza patea en el firmamento etéreo, finito
Ayer repudio, hoy agasajo, mañana idolatría…
La historia, por ser lo que es, se repite.
Se irrigan los pozos y se secan los desiertos,
Se acumulan las peticiones, la madera quedará donde es.
El Don se esparce y la ciénaga se seca, el marrón dorado vence.

lunes, 1 de abril de 2013

La corriente fluye…


La corriente fluye…
Cientos de metros sobre el suelo, elevados en mil compartimentos nos encontramos. Ronroneando sobre enésimos peldaños. Proyectando al cielo y amenazándolo con las formas balísticas de nuestros inventos.

En el serpenteante arroyuelo se arremolinan las rosas, quebrando la corriente con su peculiar olor, diosdados seres, suben contracorriente. Temporada sobre temporada, dejando su vida, logrando hacer visible lo imposible. Dejando cincelado en las mentes de los hombres que no todo es línea recta y corte de guillotinados íntegros. 
A veces los salmones desovan. Muchas veces, y nos demuestran algo contranatura.

Niños de aterciopelados cuerpos sobre mascotas mansas, protectoras que duermen plácidamente sobre sus cuerpos. Mas si osas tocarlos, sus incisivos desgarrarán tu piel inoportuna. Las presas de protectores tan eficaces, no cuentan las anomalías.
Las cortinas de barrotes reclaman ausencia. Sin gritos ni esparcimiento, sólo alienamientos, sin comprobar cuántos recrean las curvas de las plumas corroídas.

La corriente fluye y refresca con sus presencia la irritante calor que postra al lecho de la serpiente. Rejuvenece sus contornos con las sinuosas vertientes de su cuerpo. Una mueca cómplice envalentona al guerrero que da filo a su estilete, prepara la acometida y espera paciente, el momento del aguerrido  encontronazo con la realidad del silencio.

Calmado al final del sinuoso camino, reposa sus fluidos, dejando aplacado sobre la desembocadura, recorriendo sin ser percibido bajo los muelles de férreo encuentro de trenes de descarga. Donde mortales víctimas desfallecen tras un largo pasaje. Habiendo entregado lo más preciado como pago. Tranquilo ve discurrir el macilento adiós.